Bueno, no es que peque de machismo, siempre los "ismos" de uno y otro lado son nefastos para el logro de cualquier equilibrio. Sin embargo, guardo para la mujer la más fina de las reverencias.

No hay duda tampoco que existen múltiples situaciones en las que los abusos se tornan en dagas ardientes y en las que muchos hombres aplican su fuerza bruta con la fiereza y la cobardía con la que machacarían a un perro canijo o a una gallina. A ver pues si entre hombres se entienden.

Soy, desde luego, nerudiano y dedico cualquier impetu de mi romanticismo y de mi lírica a las mujeres, en general. Así que, si la mujer puede ser un centro de veneración pagana, debo señalar que el peso tampoco se puede ir tan del otro lado, al punto que un obtuso juez niegue la tenencia de una hija a un hombre, por el simple hecho de serlo y que la Justicia aduzca jure et de jure que "todo hombre es un malvado irredento y, por tal, qué mejor que la custodia recaiga siempre en la madre, cuando no en la abuela". Ya no está Pierina con nosotros para preguntarle qué se siente que una resolución de tal por cual la aleje de su padre para depositarla en las ascuas del infierno, junto a una madre torturadora y una parentela infame, más digna de la casita del horror.

Y qué decir de las parricidas y las filicidas que han dado la hora en las páginas policiales. La consistencia moral no es una cuestión de género sino de resortes humanos y el impacto de liquidar una vida humana no se puede tasar al peso o por razones cuestionables o arbitrarias. Bien que se castigue el abuso permanente contra una mujer y que se le dé garantías frente al vil y al miserable, pero el asesinato de una mujer no es peor que el perpetrado contra un hombre, a las finales el bien jurídico es el mismo. La vida de una mujer no tiene mayor valor, per se, que la vida de un hombre y el homicidio ya está penado ¿O me perdí de algo? ¿Igualdad de género?