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¿Democracia plebiscitaria?

Publicado: 2012-01-04

Un experto analista electoral señala que la revocatoria a Villarán nos acercaría a una democracia plebiscitaria. Me espanta que se juegue con los conocimientos y se considere como plebiscitario lo que es, a las finales, un mecanismo de control de la representación.

Existen dos criterios a considerar: la representación y la injerencia directa del populorum a través de la consulta popular vía referéndum. Para configurar la representación se elige a las autoridades y, subsecuentemente, se les vaca por la vía de la revocatoria. Son dos opciones que tocan a la representación: elegir y botar (con B labial). La revocatoria es un castigo individualizado por una mala gestión. La renovación por mitades o tercios (de uso parlamentario, por lo general) recompone las mayorías, sirve para renovar la estructura de mayorías y minorías en las asambleas. Castiga al partido, reformulando la composición de las fuerzas políticas.

Hasta allí es claro que la representación tiene mecanismos que la afectan y que distan de ser opciones plebiscitarias como mal informan algunos.

Lo otro es la democracia directa y que tiene como objeto alentar la participación popular en la toma de decisiones públicas. Como en la vieja Grecia del dedo arriba en la plaza. No soy amigo de la democracia directa porque la masa es bruta (lean a Ortega) y se deja arrastrar por la pasión desmedida, el sesgo, el odio, el prejuicio y el interés mayoritario, que no es siempre el interés del país. Y no es que la elección de autoridades sea siempre razonable, pero la decisión directa sobre asuntos públicos suele ser peor, arbitraria y, en ocasiones, puede revestirse con la misma lógica del espectador en el coliseo romano. Qué duda cabe que en ciertos momentos, esta masa podría apelar a la pena de muerte para los corruptos o a decisiones idiotas y suicidas en materia económica. Mejor que decidan los representantes y funcionarios, a ellos se les debe vigilar y sancionar, por tanto.

Que quede claro que la revocatoria pertenece al mundo de la representación en tanto la reconfigura y la toca, sea que la toque un ápice, mucho o nada. Así que la revocatoria puede ser una fiesta cívica, como lo fue su elección. No es un sabotaje a la gobernabilidad cuando opera en ciertos ámbitos y va destinada a corregir ciertos desbarajustes como los que atañen a una mala gestión municipal, por decir, una mala gestión que puede ser más destructiva desde criterios urbanos y de convivencia citadina que un cambio de esa autoridad a medio camino.

Bueno, qué decir, sospecho que un portal (imaginen cuál) me jaló las orejas ayer por faltoso, si faltoso es creer que las autoridades que no satisfacen técnica o éticamente deben ser revocadas (desde el mismo momento en el que la ley lo faculta). Hay quienes no suelen tolerarme porque ser minoría opinante desde el flanco derecho es más que un niñería insolente. Me va.

PS. Más allá de mis opiniones respecto al derecho de revocar, conviene tomar en cuenta lo que señala Uri Ben Schmuel desde La Razón. Quizás da pie a reconsiderar políticamente la opción de la revocatoria. No me parece mal. Mejor léanlo ustedes mismos: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LRColDirector01&td=03&tm=01&ta=2012


Escrito por

El fantasma

Justiciero y franco.


Publicado en

El fantasma de la Opera

Pensando en voz alta