No tocaré más el asunto en este blog, pero queda decir que mal hacen algunos en deslegitimar la revocatoria a Villarán sólo porque existe la sospecha de que Castañeda y Kouri están detrás. Difícil negar el interés de ambos en el asunto, demasiados adlateres detrás moviendo el tema da que pensar. Por tal razón, si la revocatoria se pretende saludable en la línea de ser un mecanismo de la democracia y no una trampa política, bien.  Para que ello ocurra, los ciudadanos deben alentar nuevas propuestas, nuevos liderazgos con proyectos en manga y contenido municipal ¿Heresi, Santos?

Algunos señalan que, ya que la revocatoria sirve a algunos intereses, debemos descartarla. Mala opción, desde luego, porque si la revocatoria se ha tornado, incluso en la catapulta de Castañeda para el reentre es porque, precisamente, existe una marea popular contraria a Susana Villarán. Castañeda no ha fabricado el descontento contra Villarán, sólo pretende aprovechar un contexto que ella misma se creó a partir de una gestión mediana, por decir, y cargada de una escasa sensibilidad para percibir lo que la gente quiere de su alcalde.

Lo fácil es asumir que una revocatoria es la trama de una gran conspiración de la derecha contra la izquierda o etiquetar a los auspiciadores como brutos y achorados, vertiente roja y muy actual de los viejos insultos que, entre falacias, los izquierdistas e izquierdosos le han endilgado a la derecha: desde hijos de la CIA a gusanos, desde imperialistas vende patria a oligarcas.

Lo cierto es que sólo en octubre del 2012 el pueblo fungirá del gran juez en este torpe entuerto.